domingo, 27 de febrero de 2011

Plegaria

Plegaria para un cuervo
Quizás the raven sea el poema más conocido de Poe, pero esta plegaria no es por él.

Quizás las olas del océano de complejas historias y opiniones sabias que nacen de la cabeza del gran Cuervo López carescan de la parcialidad necesaria que sólo imprimen los anhelos del espectáculo nunca antes visto.

Espera Cuervo tranquilo que los amigos de armas y desarmas darán su beneplácito a tu vuelta triunfal.
Para que el más terco de los próceres proclame a tu vuelta victoriosa el tan anhelado sic transit gloriae mundi! Y el sudor de la lucha divina por el dominio del espacio virtual termine por convencer a quienes viven confutatis maledictis flamis acribus adictis...

Naced de nuevo y esperad que la vida os corone con más vida.

Que esta plegaria de luz y sombra acompañe tus días y tus noches, esperando que el amanecer de un día más, te haga descubrir lo importante que has sido y que eres para muchos de nosotros.
Hoy, cuando den las 12 de la noche, aquellos pletóricos de tanta compasión que hemos seguido tus pasos sin perder el hilo conductor del espacio, veneraremos tu nombre y junto a las hadas de la perdición por no creer en el, sucumban y palidezcan ante tremendo espectáculo:
¡El cuervo ha resucitado de entre los vivos!

Pero no estés triste, porque la vida te espera y si no, la muerte acechará aquellos rincones del alma, eliminando los vestigios crueles del incesante palpitar de sensaciones y de emociones que nos hace cada día evitar y querer, al mismo tiempo, ese eterno descanso.
¿O acaso serán las horas interminables que embellecen tu recuerdo, aquellas inhumanas creaturas que desean tu vuelta?

Vuelve a nosotros, como cada día lunes en que nos dices qué hacer y despierta a los brazos de la sirena que despertó mis instintos para seguir luchando cada minuto, cada centímetro.

miércoles, 23 de febrero de 2011

mientras dormia

Mientras dormía...
Me quedé mirando el firmamento de mi razo cielo
Mientras dormía...
Me quedé en el ideal de los sueños quebrados


Recordé en ese instante que en la vida no hay destinos ni cabildos.
No hay destinos porque sólo funcionamos.
No hay cabildos porque gritamos y nadie escuchada nuestros gritos.
Recordé que las mujeres siempre saben decorar pero también sufrir.
Decorar, porque sus casas de grande se parecen a su casas de niña.
Sufrir, porque la casas se derrumban y no vuelven a vivir.


Mientras dormía...
Me quedé mirando los espacios en mi cielo
Mientras dormía...
Me quedé con la idea de mis sueños espúreos


Y recorde que el vino calma todos los sentidos.
Los sentidos, porque la vida misma es un sin sentido.
Porque la noche misma se ha adueñado del perfume de tu cuerpo.

Y recordé qué inquieta te movías por la pieza.
Inquieta, sí...
Porque los amantes venideros te dirán que no eres libre,
que me perteneces, aunque tu no quieras, diosa...


Mientras dormía...
Me quedé mirando la hermosura de tus ojos
Mientras dormía...
Me quedé pegado en los sueños de tu alma


Recordé incluso que no te recordaba.
Y lo olvidé, porque tal vez no te conocía.
Porque tal vez en las vidas pasadas se perdió eso que nos unía.


Y mientras más dormía...
Me daba cuenta que tu también marchabas
Y mientras dormías...
No tuve otro remedio que despertar.
(Adios al poeta... Adios a las mujeres y al vino...
Salud al artista y buen viaje...)

viernes, 18 de febrero de 2011

el maestro y la vaca

Había una vez en Rajasthan, India, un anciano maestro que deseaba enseñar a uno de sus discípulos el secreto para vivir una vida próspera y feliz.
Él pensó que la primera lección debía ser entender la razón por la cual muchas personas viven atadas a una vida de conformismo e infelicidad.

Para impartir su lección al joven, el maestro decidió que aquella tarde visitaran juntos algunos de los parajes más pobres el reino de lo Marajanás.
Después de mucho caminar llegaron a Mandawa, una de las zonas más olvidadas del Rajasthan, y se dispusieron a buscar la más humilde de todas las viviendas.

En una casucha agrietada y llena de insectos vivían ocho personas.
El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos, todos se las arreglaban para acomodarse de cualquier manera en aquel reducido espacio.

Sus ropas viejas y remendadas, la suciedad y el mal olor que envolvía a sus cuerpos, eran la mejor prueba de la profunda miseria que ahí reinaba.

Curiosamente, en medio de este estado de penuria y pobreza total, la familia contaba con una sola posesión, extraordinaria bajo tales circunstancias, una vaca… una flacuchenta vaca cuya escasa leche proveía a la familia un poco de alimento para sobrevivir.

Y allí, acunados por la tristeza y la miseria del lugar, el maestro y su discípulo pasaron la noche.
Al día siguiente, muy temprano, asegurándose de no despertar a nadie, el anciano maestro le dijo en voz baja a su discípulo:
“Es hora de que aprendas la lección que nos trajo a estos parajes”.

Ante la incrédula mirada del joven, y sin que éste pudiera hacer algo para evitarlo, súbitamente el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y de un solo tajo degolló a la pobre vaca que se encontraba atada en la puerta de la vivienda.

- ¿Qué has hecho maestro? – dijo el joven susurrando para no despertar a la familia
- ¿Qué lección es ésta que deja a una familia en la ruina total?
- ¿Cómo has podido matar esa pobre vaca que era su única posesión?
Sin inmutarse por la angustia del discípulo y haciendo caso omiso a sus nefastos interrogantes, el anciano se dispuso a continuar su marcha con placida indiferencia.

Cuenta la historia que un año más tarde, el maestro sugirió al joven volver a Mandawa para ver qué había ocurrido con la familia.
Después de varios días de caminata, llegaron al lejano paraje, pero sus esfuerzos por encontrar la vivienda fueron en vano.
Donde se encontraba la miserable choza ahora se levantaba una moderna y cómoda vivienda.
Se detuvieron por un momento para observarla a distancia, grande fue su sorpresa cuando, del interior de la casa, vieron salir al mismo hombre que un año atrás les había dado alojamiento.
Sin embargo, su aspecto era totalmente distinto.
Sus ojos brillaban, vestía ropas limpias, iba aseado y su amplia sonrisa mostraba que algo significativo había sucedido.

Rápidamente se dispusieron a saludarlo para averiguar qué había ocasionado tal cambio en la vida de esta familia.
El hombre que ignoraba que el joven y su maestro habían sido los causantes de la muerte de la vaca les contó cómo, casualmente el mismo día de su partida, algún maleante, envidioso de su escasa fortuna, había degollado salvajemente al pobre animal.

Por mucho tiempo, la leche que producía la vaca había sido su única fuente de sustento.
Más aún, poseer este animal les había ganado el respeto de los vecinos.
Sin embargo – continuó el hombre –
“… aquel trágico día, nos dimos cuenta que nuestra propia supervivencia se veía amenazada sino actuábamos rápidamente, entonces decidimos limpiar el patio en la parte de atrás de la vivienda...conseguimos algunas semillas y sembramos hortalizas y legumbres para alimentarnos.
Pasado algún tiempo, vimos que la improvisada granja producía mucho más de lo que necesitábamos para nuestro sustento, así que comenzamos a venderle algunos vegetales que nos sobraban a nuestros vecinos y con esa ganancia compramos más semillas…y así se amplió nuestro negocio.”

El joven, quien escuchaba atónito la increíble historia, entendió finalmente la lección que su sabio maestro quería enseñarle…
La vaca, además de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de conformismo e infelicidad.

- “Que gran lección”, pensó el joven discípulo e inmediatamente reflexionó sobre sus propias vacas, todas las limitaciones que el mismo se había encargado de alimentar a lo largo de su vida con excusas que ni el mismo creía.
Cuantos pretextos y disculpas para no vivir la vida que quería vivir…cuantas falsas seguridades… Indudablemente ese día marcaba el comienzo de una nueva vida,
¡Una vida libre de vacas!

Y colorín colorado, este cuento aún no se ha terminado…
“El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso
Sino el conformismo y la mediocridad.”

martes, 15 de febrero de 2011

El signo de lo hispano: Ulises

Nacemos bajo los auspicios de comadronas y ginecólogos algunos controladores de natalidad,
menos mal que a muchos no los vendieron y sus padres pudieron disfrutar, con mucha preocupación, de sus hazañas; fueron trescientos mil.
Después, caímos en manos de los educadores del Régimen y controlaron nuestra educación bajo los lemas del Nacional-Catolicismo, y tuvimos suerte de librarnos del rapto, del hospicio, de la pederastia eclesiástica o no y del Auxilio Social; fueron doce mil.
Pero se sufrió para superar educación tan decadente y cruel.
Más tarde, los controladores de la Paz nos obligaron a manejar las pistolas que tanto daño hicieron a las familias con las tragedias que ocasionaron; algunos se libraron de las cunetas, aunque los Objetores de conciencia fueron a parar a la cárcel; los que cayeron también fueron centenares de miles.
—Mi esposa dice que, dada su presumible ideología política y religiosa, quizás prefirieran seguir junto a sus compañeros muertos en las cunetas por los ideales compartidos, y que nosotros deberíamos de respetar esas cunetas elevándolas a la categoría de monumento a la humanidad y llenarlas para siempre de flores y jardines en su recuerdo—.
A renglón seguido ingresamos en el sufrido gremio de los asalariados y los controladores financieros que, con sus préstamos e hipotecas, manejaron los salarios y nos pusieron a trabajar para ellos; ahora somos millones.
Pasadas unas décadas nos jubilamos y los controladores de la jubilación con sus fondos de inversión ,puede leerse por ejemplo Forum Filatélico, rapiñaron nuestros ahorros cuando ya somos nadie y no hay posibilidad de recuperar con más trabajo lo perdido; también se cuentan por centenares de miles.
Y cuando comenzamos a disfrutar de decir lo que nos da la gana y sin miedo, se nos ocurre gritar como el cíclope herido y ciego de Ulises:
«¡Nadie¡, ¡el responsable de los quebrantos fue Nadie¡» y, como al cíclope, no nos hacen ningún caso y, como Ulises, los financieros repletos de plata escaparon con la argucia de la Justicia también herida y ciega como el cíclope.
Ahora, cuando hemos conseguido reahorrar unos euros para disfrutar unos días, vienen los controladores del trasporte, cierran el espacio aéreo y nos encierran en las cuadras del aeropuerto con la intención de desprestigiar a un país en aras de no sé qué derecho, o aún peor, para ganar unas elecciones y controlar un país con neoliberalismo fracasado y trasnochado. Parece que irán a la cárcel y devolverán con su patrimonio lo desbastado y esquilmado.
Ya veremos, porque si nos fijamos en los controladores de más enjundia que han perjudicado mucho más y durante toda la vida como los de la paz, los financieros, los de la educación y sexo etc. que hoy ocupan grades palacios o disfrutan de los paraísos fiscales por causa del grito: ¡Fue Nadie¡, resulta que son muchos “Nadie” de Ulises los que gritamos al cabo de nuestra vidas para que los controladores de Todo escapen de la Justicia.
Los del transporte, por decir algo, podrían transitar este conocido y trillado camino.
Dinero tienen.
El control es del Pueblo y lo delega en su Parlamento y Gobierno y, como se ve, están agobiados de trabajo para llevar a las cárceles a los controladores en los que no se ha delegado potestad alguna y, aún insatisfechos, quieren más y de mejor calidad.
Como dicen los del fútbol: «¡A por ellos¡».
Pero ojo, curemos antes la ceguera del cíclope y nunca jamás en el Año Nuevo que estrenamos gritemos: «!Fue Nadie¡», para que nuestros Controladores no puedan escapar de la sanada Justicia del buen ogro que nosotros somos. Sea Paz.



Rafael Ruiz

lunes, 14 de febrero de 2011

mil y un cuento

felicidades en este dia tan señalado de san valentin que tengais un hermoso dia en compañia de lo querido.

viernes, 11 de febrero de 2011

mi vida cobró vida

Podada, cada vez más simple, mi vida cobró VIDA.
Los parámetros de lo que el éxito significa están siendo redefinidos a medida que nos adentramos en el siglo XXI. Cada vez más y más gente comienza a entender que éxito no es lograr lo que uno desea, sino poder disfrutar de los logros.
La velocidad y el consumismo están tímidamente comenzando a pasar de moda.
En diferentes lugares del mundo se esta reemplazando la “fast food”, por el estilo “slow food”, dejar la comida chatarra por una opción relajada y saludable.

Ya no es necesario mirarte al espejo para saber que te sientes exhausto y abrumado, ni para preguntarte si esta vida frenética vale la pena, quieres bajarte del tren bala pero el vértigo te paraliza.
Quieres salir del laberinto, pero no encuentras el hilo de Ariadna.

El camino hacia la sencillez puede parecer complejo y hasta utópico.
Analicémoslo. Hagámoslo más…bueno, si más simple.
Con suficiente basta…

¿Cuándo tenemos lo suficiente?

El diccionario define así la palabra Suficiente:
“Bastante, adecuado para cubrir lo que se necesita.
Apto, calificación equivalente al aprobado”
A cada uno de nosotros le corresponde decidir que es necesario, apto y aprobado.
Saber lo suficiente….

Dedicamos cantidad de horas y mucho dinero al intento de “llegar”.
Viajamos a la India, compramos libros de autoayuda, acudimos en manada a las conferencias del gurú de moda y cambiamos de terapeuta porque no estamos avanzando.
Pero ¿Cuando se deja de buscar y de aprender? ¿Cuando se comienza a poner en practica lo que se sabe?
Quizás baste con solamente aprender a escuchar esa voz interior e intentar hacer lo correcto.

Amar lo suficiente…
¿Por cuanto tiempo prolongaremos esa hipnótica danza de culparnos mutuamente y cambiar de pareja en busca del alma gemela? La realidad es que los príncipes azules destiñen y las princesas emigraron al País de Nunca Jamás.
La euforia de estar enamorado no perdura, mientras que una forma de amor más sólida y madura puede construirse artesanalmente con honestidad… si no huimos antes de tiempo.
Tener lo suficiente…

Si no es comestible, útil o estético, lo más probable es que no lo necesites.
Y si no lo has leído o usado en los últimos doce meses, decididamente no te hace falta.
Tal vez haya llegado la hora de reflexionar sobre el antiguo dicho: “Menos es más.”

Trabajar los suficiente…

Hablamos de “ganarse la vida”, pero al terminar el día exhaustos, no estamos más vivos que al principio.
Así que en realidad lo que hacemos es ganarnos la muerte.

Ponemos al día la tarjeta de crédito para poder salir de vacaciones y endeudarse otra vez más…

El dinero es servicio, obtenemos lo que necesitamos para vivir, disfrutar y lo hacemos circular…
A nosotros nos corresponde decidir cuando es suficiente.
Hacer lo suficiente…

Tal vez sea hora de aminorar la marcha, aprender a decir NO, hacer menos de lo que no nos gusta y más de lo que disfrutamos.
La marcha constante nos impide mirar de frente lo que sentimos.
¿Es conveniente cambiar el “SER Humano” por el “Hacer Humano”?
¿Cual es el costo?
Equilibrar lo suficiente.

La palabra equilibrio se usa cada vez más cuando te esfuerzas por reducir el estrés y aumentar la satisfacción personal.
Una persona no es un pastel que pueda dividirse en porciones iguales, pero para todo hay un tiempo, si tomamos conciencia de ello.

Buscar lo suficiente no significa caer en la irresponsabilidad laboral, la pobreza y el egoísmo autocomplaciente, sino simplemente darse el tiempo y el espacio para redescubrir quien se es en realidad, que nos nutre y que drena nuestra energía.
Y así , al apagar la luz todas las noches, poder decir: “Todo esta bien.”

“¿Qué es lo que realmente necesito? Y allá iban más y más cosas.
Cada vez más simple. Podada, reducida a su mínima expresión, la casa cobró vida.
” Sue Bender, Plain and Simple.
Jann Mitchell “Home Sweet Home”

lunes, 7 de febrero de 2011

miedos

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.

Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad.
Miedo a lo que fue y a lo que puede ser.

Miedo a morir, miedo a vivir…

Eduardo Galeano

miércoles, 2 de febrero de 2011

el amor y la locura

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.
Cuando El Aburrimiento había bostezado por tercera vez,
La Locura como siempre tan loca, les propuso:
¿Vamos a jugar a las escondidas?
La Intriga levantó la ceja intrigada y La Curiosidad sin poder contenerse preguntó:
¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?

Es un juego, explicó La Locura,
En que yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde uno a un millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El entusiasmo bailó secundado por La Euforia.
La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a La Duda,
e incluso a La Apatía, a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar, La Verdad prefirió no
esconderse.
¿Para qué?
si al final siempre la hallan.
La Soberbia opinó que era un juego muy tonto
(En el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella)
y La Cobardía prefirió no arriesgarse...

Uno, Dos, Tres...; comenzó a contar La Locura.
La primera en esconderse fue La Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y La Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que con su
propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía
maravilloso para cada uno de sus amigos, que si
¿un lago cristalino?:
Ideal para La Belleza.
Que si ¿la hendija de un árbol?: Perfecto para La Timidez.
Que si ¿el vuelo de una mariposa?: Lo mejor para La Voluptuosidad.
Que si ¿una ráfaga de viento?: Magnífica para La Libertad.
Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio,
ventilado, cómodo... pero sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (Mentira, en realidad se
escondió detrás del arco iris) y La Pasión y El Deseo en el Centro de los
Volcanes.
El Olvido... se me olvidó donde se escondió... pero eso no es importante.
Cuando La Locura contaba,
El Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado...
hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.

Un millón; contó La Locura y comenzó a buscar.
La primera en salir fue La Pereza sólo a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó a La Fe discutiendo con Dios sobre Teología, y La Pasión y El Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.
En un descuido encontró a La Envidia y claro, así pudo deducir dónde estaba El Triunfo.
El Egoísmo no tuvo ni que buscarlo;
Él solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a La Belleza y con La
Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin
decidir aún de qué lado esconderse.
Así fue encontrando a todos, El Talento entre la hierba fresca, a La Angustia
en una oscura cueva, a La Mentira detrás del arco iris...
(mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta El Olvido...
que ya se le había olvidado que estaba jugando a las escondidas,
pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio.
La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la
cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las
rosas... y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un
doloroso grito se escuchó:
las espinas habían herido los ojos del Amor:
La Locura no sabía qué hacer para disculparse, lloró, imploró, pidió perdón y hasta
prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la
tierra...

El Amor es ciego y La Locura siempre lo acompaña.