miércoles, 11 de enero de 2012

destino o bien casualidad

destino o bien casualidad: Tengo una amiga que está obsesionada con el número 32. Lo ve por todas partes. Si mira el reloj son y 32, si abre un libro es la página 32, si sale a la calle y pasa un autobús es el 32, las matrículas de los coches acaban en 32, habla con alguien que tiene 32 años, faltan 32 día para irse a tal sitio, o 32 kilómetros para llegar a tal otro. Y así con millones de cosas. Es como si el 32 estuviera siempre con ella. Yo no creo que el 32 la esté persiguiendo, lo que pasa es que por algún motivo ella está obcecada con ese número y ya no ve ninguno más. A lo largo de su vida se han cruzado en su camino miles de números, pero no les ha prestado atención porque ella sólo quiere ver el 32. Continuamente pienso en ello y a veces quiero decirle que no significa nada, simplemente es un número como otro cualquiera. Aunque ella no sé porqué, cree que siempre estaba presente en su vida, y puede ser, pero del mismo modo que pueden estar el 1 el 35 o el 73. Un día, mientras daba vueltas al asunto, le propuse hacer un pequeño juego que se me había ocurrido: durante una semana, yo iba a elegir un número, que al final decidimos que fuera el 11, y tenía que apuntar en un papel cuantas veces me había encontrado con ese número. Ella tenía que hacer lo mismo con el 32. Lo que quería demostrarle es que si una persona está siempre pensando en lo mismo, al final lo acaba viendo en todos los sitos. Pero en realidad, no es más la presencia de ese número en su vida, como lo puede ser cualquier otro. Mi experimento no funcionó. Durante esa semana ni me acordaba del número 11, pero cada vez que veía un 32 automáticamente me acordaba de ella. Entonces ¿puede que realmente tenga razón, tanta que incluso yo también estoy siendo víctima de sus pensamientos?. No, no puedo rendirme, no quiero, y me niego a creer en el destino. Me gustan las casualidades, los hechos fortuitos que suceden porque sí y sin que tengan explicación. ¿Por qué nos empeñamos en querer definirlo todo? Con lo bien que sienta vivir el momento y no pensar, sólo actuar. Antiguamente se creía que el rey tenía origen divino. “Su destino es ser el rey porque así lo manda Dios”, pero nadie podía afirmar con seguridad la existencia de un Dios, ni siquiera hoy en día lo estamos, aunque lo creamos. A sí que aceptar que el 32 está ahí de una forma especial es como afirmar que nuestro destino está escrito, que alguien lo ha puesto ahí por algo, y que nos envía señales para que sepamos que aún sigue en marcha, que no ha cambiado y sobre todo, que no vamos a poder escapar. Pero eso hoy en día ya no tendría ningún sentido… ¿O sí?